Crónica azul

Crónica azul

Las crónicas son las narraciones que recogen los hechos, generalmente sobre asuntos de actualidad. Estas se convierten en noticias, se difunden y comentan ampliamente, porque las personas aman propagar información y compartir sus opiniones, como lo dice Tali Sharot en The Influential Mind. Gracias a las redes sociales y al celular, las crónicas hoy tienen una capacidad exponencial de propagarse en corto tiempo.

Las crónicas son valiosas y necesarias, nos ayudan a conocer y entender la realidad, a estar al día de lo que pasa, de las tendencias, acontecimientos y cambios. Son indispensables para tomar conciencia de los desafíos que tenemos que asumir en los tiempos que vivimos. Y tienen un poder muy grande: son trasmisoras de significados, generadoras de emociones y fundadoras de creencias. Afirman los científicos que sus estímulos llegan a modificar nuestra química y nuestras conexiones neuronales.

Vale la pena reflexionar sobre el impacto de las crónicas porque hay un tipo de crónica que hoy inunda la sociedad, y a la que quizás le hemos dado mucho espacio en los medios de comunicación, en WhatsApp, eventos sociales, en las conversaciones cotidianas de los ecuatorianos, y es la que versa sobre asesinatos, muertes, accidentes, tragedias; en general, todos los hechos donde se muestra lo peor de las personas y hay sangre, de ahí que tenemos la costumbre de llamarla “roja”. No implica desconocer la actual crisis de seguridad; es tan solo reflexionar sobre: ¿qué emociones están contagiado a los ecuatorianos con tanta crónica roja?, acaso temor, miedo y desazón. ¿Qué significados se están difundiendo?, acaso todo está perdido. ¿Qué creencias se están promoviendo? Que el esfuerzo, la honestidad, el respeto y la búsqueda de la excelencia no valen.

Lozada y Frederick, dos estudiosos del comportamiento humano, encontraron que debe haber un ratio mínimo de 3 a 1 entre estímulos positivos versus negativos. Comprobaron con rigor científico que, por encima de esa relación, las personas entran en una espiral virtuosa de crecimiento y creación. Ecuador está lleno de hechos, eventos y acontecimientos que nos hacen sentir, creer y soñar en un mejor país. Hace poco leí en este Diario que Ecuador es el mayor exportador de camarón, que unos chicos están conquistando sus sueños en la industria aeroespacial, que la Gobernación condecoró a policías por su heroísmo en el cumplimiento de su deber, por citar unos pocos ejemplos.

Mi propuesta es que se promueva con más frecuencia y cantidad una crónica sobre lo positivo, que se comente y difunda más y más seguido, en la escuela, la universidad, la empresa, la familia, las reuniones sociales, los logros y los triunfos de los ecuatorianos en todos los ámbitos, los valores que dan identidad y hacen sentir orgullo de ser ecuatorianos, sobre las grandes riquezas materiales, espirituales y culturales que nos caracterizan y distinguen. Hay mucho que contar, hay mucho que narrar y difundir. A este tipo de crónica se la podría llamar “azul” para contrastarla con el rojo, pero sobre todo por el mar y cielo, los cuales dan paz, inspiración, felicidad y son infinitos, como infinitas son las posibilidades de la prosperidad. (O)