Los entornos están compuestos de acontecimientos que no podemos controlar, pero sí podemos gestionar para beneficiarnos de ellos. Los sucesos del siglo XX fueron principalmente ordenados, notorios, lentos en propagarse y localizados; la mayoría con impactos leves o moderados. Hoy son en su mayoría todo lo contrario: sorpresivos, raros, con mayor probabilidad de ocurrencia, opacos hasta que se den, de alcance mundial y de rápida propagación; la mayoría ocasionan impactos severos, exponen debilidades ocultas, colapsan los sistemas de operación y cambian las reglas del juego.
Los acontecimientos mundiales son principalmente de dos tipos: ‘cisnes negros’ y ‘cola gruesa’. Un cisne negro es un evento que parece imposible, su origen se remonta a una expedición holandesa, dirigida por el explorador Willem de Vlamingh en el río Swan, en 1697, descubrió cisnes negros en Australia Occidental. Hasta entonces la ciencia solo había registrado cisnes blancos. El término se usó después para denotar que una imposibilidad percibida podría ser refutada más tarde. El filósofo libanés Nassim Nicholas Taleb lo popularizó en 2007 al publicar su libro El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable.
Cisnes negros fueron por ejemplo: la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit) –nadie anticipó una victoria del “sí” en el referéndum–, el ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono en septiembre del 2001, y la crisis de las hipotecas subprime en el 2008, entre otros.
La cola gruesa tiene sus orígenes en la estadística. La ocurrencia de acontecimientos llamada distribución normal usualmente tiene la forma una campana. Una cola es la parte que está en los extremos (de ahí el nombre de cola). Una cola gruesa ocurre cuando un extremo es inesperadamente grueso hacia los bordes, lo que indica una probabilidad alta de eventos catastróficos. El politólogo Ian Bremmer popularizó el término cuando publicó en el 2009 el libro La cola gruesa: el poder del conocimiento político para la estrategia de inversiones. Son eventos de cola gruesa: el COVID-19, los incendios forestales de Australia y California, elecciones presidenciales como las de Maduro en Venezuela, el triunfo de los talibanes en Afganistán.
Taleb propone incorporar la “antifragilidad”; mientras que Bremmer, el análisis y gestión de “riesgos”. Para Taleb, ante los cisnes negros no hay que poner todas las apuestas en un solo negocio, tener propuestas de valor flexibles, hacer estrategia por escenarios, tener redundancia en los sistemas, dejar capacidad libre en la producción y la logística, no tener estructuras pesadas ni centralizadas, contar con personas polifuncionales y alta inteligencia emocional, amar equipos de respuesta rápida ante crisis. Para Bremmer es vital vigilar el entorno, utilizar inteligencia de datos, monitorear variables clave, estar atentos a los hechos por irrelevantes que parezcan, mapear los riesgos sobre todo por las decisiones de los Gobiernos, tener planes de contingencia, detectar las amenazas y oportunidades y moverse rápido cuando ocurren.
Lo que en esencia vivimos es una evolución hacia aprender a vivir entre cisnes negros y colas gruesas permanentemente, mientras más rápido la asimilemos nos irá mejor. (O)