La frontera en la ciencia económica se mueve constantemente, en los últimos años se ubica en el entendimiento del comportamiento humano: el porqué las personas dicen lo que dicen y hacen lo que hacen y cómo esto impacta el uso de recursos, la generación de la riqueza y la satisfacción de las necesidades. Uno de los más recientes aportes a la economía del comportamiento proviene de Robert J. Shiller, premio nobel de economía y profesor en la Universidad Yale, autor del libro Narrativa económica: cómo las historias se vuelven virales e impulsan los mayores eventos económicos.
Para Shiller, la sociedad es una red de narraciones; no solo de intercambios económicos, sino también una trama de relatos. Las narrativas son las historias que nacen de nuestras vivencias, que se nutren de nuestros prejuicios y sistemas de creencias; se transmiten las conversaciones casuales y diseminan en las redes sociales. Las personas se emocionan positiva o negativamente, le dan credibilidad a las narrativas que escuchan y actúan en consecuencia con ellas.
Las narrativas modernas toman diferentes formas: cuentos, canciones, bromas, teorías, explicaciones, entre otras. Gracias a ellas conocemos, valoramos, le damos sentido, incluso imaginamos el mundo que nos rodea. Nuestras vidas están al extremo influenciadas por las narrativas que se ha llegado a afirmar que somos un Homo narrativus.
La fortaleza de las narrativas es su simplismo reduccionista para explicar y dar respuestas sobre la realidad, las hace muy atractivas para quienes carecen de información objetiva y amplia y frecuentemente prefiere diagnósticos simplistas. Su debilidad es que pueden llegar a convertirse en verdades absolutas, aforismos y mitos; aunque carezcan de sustento alguno lógico o racional. Tienen el poder de potenciar a un mal gobierno o mal líder y hacerlo parecer bueno, de una falsedad volverla verdad.
Las narrativas en la sociedad se comportan como los virus, contagian a muchos, evolucionan y se vuelven pandemias. Las narrativas populares mueven a los votantes a votar por uno otro candidato, a los ciudadanos a comportarse de una u otra manera, a los clientes a preferir un producto en lugar de otro, a las personas a seguir a determinado líder o no; a los CEO, a realizar una u otra inversión.
El inicio del año es el mejor momento para tomar conciencia y cuestionar las narrativas colectivas que no nos favorecen como país y que prevalecen desde la colonia, ‘los políticos son todos corruptos, los empresarios solo les preocupa proteger sus intereses…’, etc. Es propicio también que cada uno revise las narrativas particulares que le afectan. Y más aún acoger y popularizar nuevas narrativas: lo imposible es posible, Ecuador es un país de oportunidades, los empresarios son valientes, sí podemos ser competitivos, entre otras. Es de vital importancia para los políticos, líderes, CEO, economistas, formuladores de políticas comprender más el poder que tienen las narrativas, conectarse con ellas y considerarlas en sus análisis. Parafraseando a Shiller, se puede afirmar: “Si quieren acertar más en las decisiones estratégicas en un futuro, tienen que escuchar más lo que se habla en la sociedad”. (O)