Los alquimistas fueron un grupo de personas en la Edad Media que desarrollaron una práctica y una disciplina filosófica que combinó tecnologías y saberes buscando alcanzar un estado espiritual superior y la transmutación de los metales. En pleno siglo XXI tenemos nuestros propios alquimistas, son quienes aspiran a convertir los retos en soluciones y las ideas en riqueza para sus empresas y la sociedad. Son los empresarios, los CEO, líderes y personas innovadoras. Ellos se esfuerzan en combinar distintas tecnologías y saberes para realizar lo que nunca antes se ha hecho.
La alquimia fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas, y muchas herramientas y procesos de la antigüedad han servido como pilares fundamentales de las modernas industrias químicas y metalúrgicas. Los innovadores están siendo los precursores de un nuevo tipo de empresa capaz de adaptarse a los tiempos que vivimos, de imaginar nuevos modelos de negocios y de promover un liderazgo y management moderno. Al igual que los alquimistas de antaño, los innovadores de hoy son poco comprendidos, valorados; incluso son menospreciados.
Jeremy Gutsche, CEO de Trend Hunter –el sitio web #1 del mundo en tendencias y consultoría de innovación–, asesor de las empresas como Google, Sony, Disney, Starbucks, Coca-Cola, IBM y Adidas, ha identificado en los innovadores una filosofía de vida muy especial: no miran el futuro como una extensión del pasado sino como un nuevo camino por transitar, no se estresan ni deprimen por las circunstancias negativas del entorno ni por predecir lo que va a pasar, se enfocan en resolver grandes problemas; usan las fallas como una palanca para aprender y pensar en grande; tienen sentido de urgencia; tienen una obsesión compulsiva por entender y satisfacer al cliente; y por último, celebran que “nada es intocable”, y por ello siempre están dispuestos a brindar ideas locas.
La historia ha mostrado que los innovadores en tiempos de pandemia son necesarios, pues miran el futuro como una oportunidad épica y no como un riesgo fatal. La peste negra mató entre un tercio y la mitad de la población de Europa y Medio Oriente. Pero también implicó el surgimiento de emprendedores e innovadores de la industria de la seda y la tela, por ejemplo. La gripe española entre 1918 y 1919 ocasionó millones de pérdidas humanas; sin embargo, gatilló con fuerza los emprendedores e innovadores en la industria de los cereales empacados y las conservas alimenticias.
En el contexto de la pandemia, en el 2020 están surgiendo muchos emprendedores e innovadores en los sectores sanitario, alimentos, tecnológicos, comunicaciones, entrega a domicilio, entre otros. Estos necesitan libertad para prosperar. Romper las reglas, reglamentos y las jerarquías; desde el centralismo del Estado hasta el interior de las organizaciones es vital para que ellos hagan su trabajo. Donde hay que pedir permiso para casi todo, se castiga el error y se da el mensaje que es mejor “no hacer olas”; así nada impactante sucederá, habrá muy pocos innovadores y creceremos a tasas muy bajas. Admiremos y apoyamos a los nuevos alquimistas del siglo XXI. ¡Los necesitamos! (O)